El interno M. Fernández es el destinatario de una carta que le remite el interno P.G. desde otro Centro Penitenciario, dicha carta es la tercera que recibe M. Fernández de P.G. en la misma semana. Recibida la carta en el departamento en el que está destinado M. Fernández el funcionario lo llama, en su presencia abre la carta, y tras comprobar que no contiene objetos o sustancias prohibidas se la entrega.
Más tarde M. Fernández acude a los Locutorios para comunicar como amigo, con otro interno del mismo centro; al poco de iniciarse la comunicación, M. Fernández empieza a golpear con fuerza los cristales del locutorio al tiempo que grita y se quita prendas de ropa y las pisotea; ante estos hechos el funcionario de comunicaciones suspende la misma.
Posteriormente, M. Fernández pregunta la razón de que no le hayan dejado comunicar con un familiar suyo que se ha quedado fuera, respondiéndole el funcionario que no estaba autorizado por el Director del Centro.
A la hora de comer M. Fernández le dice al funcionario que renuncia al racionado y que desea que se le entregue a un amigo.
Mientras el funcionario efectuaba el cierre de las celdas, accidentalmente oyó como M. Fernández le decía a un compañero que en un par de días iba a salir de permiso, que lo tenía autorizado ya por Auto del Juez de Vigilancia Penitenciaria, y que tenía intención de quedar en la calle con unos colegas para atracar una sucursal bancaria.
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